La Pastoral Urbana en el Documento de Santo Domingo

Hace ya largos años, en 1992, celebramos el quinto centenario de la Evangelización de América. Con esa celebración venía también la invitación a una Nueva Evangelización de América. En ese sentido se fueron identificando algunos sectores en los que era necesario hacer un énfasis particular. El Documento conclusivo de la Cuarta asamble ageneral del Episcopado Latinoamericano (CELAM) realizado en Santo Domingo nos presenta las siguientes orientaciones:

3.3.2. La ciudad

 Desafíos Pastorales:

255. -América Latina y el Caribe se encuentra hoy en un proceso acelerado de urbanización. La ciudad post-industrial no representa sólo una variante del tradicional hábitat humano, sino que constituye de hecho el paso de la cultura rural a la cultura urbana, sede y motor de la nueva civilización universal (cf. DP 429). En ella se altera la forma con la cual en un grupo social, en un pueblo, en una nación, los hombres cultivan su relación consigo mismos, con los otros, con la naturaleza y con Dios.

– En la ciudad, las relaciones con la naturaleza se limitan casi siempre, y por el mismo ser de la ciudad, al proceso de producción de bienes de consumo. Las relaciones entre las personas se tornan ampliamente funcionales y las relaciones con Dios pasan por una acentuada crisis, porque falta la mediación de la naturaleza tan importante en la religiosidad rural y porque la misma modernidad tiende a cerrar al hombre dentro de la inmanencia del mundo. Las relaciones del hombre urbano consigo mismo también cambian, porque la cultura moderna hace que principalmente valorice su libertad, su autonomía, la racionalidad científico-tecnológica y, de modo general, su subjetividad, su dignidad humana y sus derechos. Efectivamente, en la ciudad se encuentran los grandes centros generadores de la ciencia y tecnología moderna.

-Sin embargo, nuestras metrópolis latinoamericanas tienen también como característica actual periferias de pobreza y miseria, que casi siempre constituyen la mayoría de la población, fruto de modelos económicos explotadores y excluyentes. El mismo campo se urbaniza por la multiplicación de las comunicaciones y transportes.

– A su vez, el hombre urbano actual presenta un tipo diverso del hombre rural: confía en la ciencia y en la tecnología; está influido por los grandes medios de comunicación social; es dinámico y proyectado hacia lo nuevo; consumista, audiovisual, anónimo en la masa y desarraigado.

Líneas pastorales:

256. – Realizar una pastoral urbanamente inculturada en relación a la catequesis, a la liturgia y a la organización de la Iglesia. La Iglesia deberá inculturar el Evangelio en la ciudad y en el hombre urbano. Discernir sus valores y antivalores; captar su lenguaje y sus símbolos. El proceso de inculturación abarca el anuncio, la asimilación y la re-expresión de la fe.

 257. – Reprogramar la parroquia urbana. La Iglesia en la ciudad debe reorganizar sus estructuras pastorales. La parroquia urbana debe ser más abierta, flexible y misionera, permitiendo una acción pastoral transparroquial y supraparroquial. Además, la estructura de la ciudad exige una pastoral especialmente pensada para esa realidad. Lugares privilegiados de la misión deberían ser las grandes ciudades, donde surgen nuevas formas de cultura y comunicación.

 258. – Promover la formación de laicos para la pastoral urbana, con formación bíblica y espiritual; crear ministerios conferidos a los laicos para la evangelización de las grandes ciudades.

 259. – Multiplicar las pequeñas comunidades, los grupos y movimientos eclesiales, y las comunidades eclesiales de base. Iniciar la llamada «pastoral de los edificios», mediante la acción de laicos comprometidos que vivan en ellos.

 260. – Programar una pastoral ambiental y funcional, diferenciada según los espacios de la ciudad. Una pastoral de acogida, dado el fenómeno de migraciones. Una pastoral para los grupos marginados. Asegurar la asistencia religiosa a los habitantes de las grandes ciudades durante los meses de verano y vacaciones; procurar una atención pastoral para quienes pasan habitualmente los fines de semana fuera de la ciudad, donde no tienen posibilidad de cumplir con el precepto dominical.

 261. -Incentivar la evangelización de los grupos de influencia y de los responsables de la ciudad, en el sentido de hacer de ésta, principalmente en las barriadas, un hábitat digno del hombre.

 262. – Promover en ámbito continental (CELAM), nacional y regional, encuentros y cursos sobre evangelización de las grandes metrópolis.

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