Según explica el Padre Benjamín Bravo en su ponencia “Experiencias Pastorales”, primero que nada hay que entender qué es una urbe. Para él, una urbe es un texto donde existen varios plurales lenguajes culturales, de tal manera que para abordar la religiosidad popular tenemos que tener en cuenta qué es un lenguaje cultural religioso. Donde existe ya una cultura y hay un ciclo integral, el intervenir es en cierto modo lesionarlos. Lo mismo que si intervinieran en mi círculo religioso oficial, sería totalmente de mi desagrado el que me dijeran cómo tengo que hacer las cosas.
Tenemos que creer que en la urbe hay plurales lenguajes culturales, no se ven a la primera, necesita uno empezar a observar lo más visible de esos lenguajes que son sus rituales, casi siempre tienen calendarios donde celebran ritos.
Todo ritual comprende cinco tipos de ritos: ritos de bienvenida, ritos de sensibilización, ritos de éxtasis, rito de reposo y rito de dar por sentido misionero.
Esto hace que este lenguaje el de la religiosidad popular sea un lenguaje mítico simbólico. La verdad de los lenguajes míticos simbólicos esta en el pasado, entonces en el pasado esta la verdad y tiene que sostenerlo a toda costa y como un lenguaje cultural es a base de signos, de cosas, de instituciones, de colores, de movimientos, de calendarios.
Lo primero que uno encuentra es que el lenguaje que tiene el cristianismo es un lenguaje generalmente racional, verbal, lógico, deductivo, donde lo principal son las palabras, y al encontrarse con otro lenguaje que es el mítico simbólico donde todo se expresa con objetos o cosas, el ritual le da a una cosa sentido, significado, el día mas bello es cuando es la fiesta, donde se expresa el significado de los objetos que maneja, el resto del año tienen descanso los objetos y no les dan significado, pero en esas fechas sí les dan un autentico significado.
Por lo mismo los «sacerdotes» de este lenguaje religioso popular son generalmente tres, el mayor es la mayordomía, la rezandera y los que cuidan imágenes o altares en distintas calles. Quien es de más fácil relación es la rezandera, no es que sea la más importante. Entonces uno tiene que empezar a entrar en su mundo y es entonces cuando entra una relación de meterse en su terreno, meterse en su cultura y tratar desde mi cultura a aportar algo, con cierta simpatía, a ver si les parece o no, pero lo importante es callarse uno la boca, convivir y meterse a celebrar con ellos, hasta donde es posible.