México por séptima vez organiza una recepción de un pontífice de la Iglesia católica, los altos funcionarios quieren verse activos en las decisiones y fórmulas que deberán emplear en cada momento de ese evento, ellos quieren quitarle la importancia que tiene la atractiva personalidad del Papa Francisco, quien a diferencia de sus antecesores, no llega con una actitud de gran señor, ni de solucionador de los grandes problemas, sino busca que su presencia de consuelo a los dolores que le presentan, de compañía a las soledades que hay en medio de las grandes multitudes, el mensaje desde el inicio de su pontificado, es su signo de vida, llevarle la alegría del evangelio a cada persona y a cada familia y así convocarlos a una gran conversión, conversión que debe tener el signo de la verdad y de la atención al que está próximo a ti, no ir al encuentro de pobres y abandonados en el otro extremo de tu ciudad, sino de aquellos que comparten tu día con día, por ello ya te acostumbraste a ignorarlos, te has insensibilizado a su dolor, te has hecho ciego ante su indigencia, pues el atenderlos no te da un valor o un prestigio; está llamando a la acción desde el corazón mismo del hombre, que reconozca sus pobrezas y se abra a que otros las atienda, que reconozca su necesidad del otro y no trate de ser siempre la cabeza y la acción, sino que se abra a la sorpresa del amor del otro.
El Papa Francisco, ha anunciado y dicho muchas veces, que no viene a regañar, ni a dar o proponer soluciones, solo viene a acompañar y manifestar la preocupación que tiene la iglesia por estas situaciones, de la misma manera que lo ha hecho, en sus viajes anteriores a otros países y a otras comunidades. La figura papal en México tiene la forma de un amigo que con su presencia, suscita la fe y anima el pueblo a recobrar la alegría y las ganas de luchar por trasformar su patria en un lugar más lleno de Dios; los grandes cambios que ha suscitado las visitas papales en México, no han nacido de los discursos o las acciones del Papa, cuando viene, sino por la sensación de fraternidad y unidad que genera, el signo de Cristo que muestra y con lo que atrae a fieles de la iglesia y a otros alejados o insertados en otros signos de fe.
La experiencia que ha tenido la iglesia con este Papa, nos ha llevado a reflexionar y casi a entender, el cambio tan radical que propone el testimonio que da, donde el grado de autoridad, no es el grado en que puede abusar de los demás, sino el grado en que sirve, representa y comunica a los demás, es ser responsable del crecimiento y madurez de cada cristiano, en hacer creíble lo que se anuncia, porque es el primero que lo vive y da testimonio de ello; Jorge Mario Bergolio, nunca ha dejado de ser quien es, nos da testimonio con su estilo de vida, que aun con la responsabilidad de llevar el timón de la barca de Pedro, en los mares borrascosos que le toco, no deja de ser un simple peregrino que viene del fin del mundo, para servir a la iglesia, con la imagen del santo de la sencillez y la simpleza; el Papa Francisco, que en su caminar como obispo de Roma, nos ha mostrado la sensibilidad de la sencillez, la cercanía con los que debe identificarse la iglesia, los pobres, los solitarios, los confundidos, los extraviados, los que necesitan de cualquier forma la atención de otro, que le acerque al amor de Dios; el Papa Francisco, no deja a un lado su esencia, es un hombre que le gusta luchar con todo su ser por trasformar un mundo lleno de injusticia e idolatría en el reino de Dios; esto le ha causado no pocas críticas, extrañamientos y sobretodo rebeldías de parte de aquellos con quienes comparte la misma misión de hacer presente a Cristo en el mundo.
El Papa Francisco, conocedor y crítico de esos sistemas que destruyen toda certeza y toda seguridad, certifica su palabra y la valida con obras y gestos que no dejan duda sobre su veracidad y firmeza.
Ante una personalidad tan fuerte y tan controversial, que se ha dispuesto a manifestar la verdadera enseñanza, con su testimonio de vida, el Papa Francisco, nos muestra el poder de ser firme, sencillo y dispuesto que, con gestos de una fuerza descomunal, echan por tierra todos los paradigmas en que se sustenta el poder y la autoridad, mostrando que no se pierde la verdad de su ser, por actuar con cercanía, interés y sensibilidad.
El Papa nos muestra los signos de todos los que quiere conmocionar con sus gestos y palabras; no se frena ante el reto de las 140 letras del Twitter, ni tampoco de los larguísimos documentos que son las encíclicas y otros instrumentos del magisterio de la iglesia; el Papa Francisco, nos muestra que no hay un freno en poner lo nuevo, lo novedoso que se funde y se refleja, en el magisterio y la tradición de la Iglesia; que el miedo que le tratan de infundir, por denunciar, los hechos detestables y dolores, que han cometido miembros de la jerarquía de la Iglesia, no lo limita en su actuar, ni en pronunciarse, porque esos delitos, lastiman a la iglesia y hay que actuar con severidad con aquel que daña y con misericordia con todos.
Tras la decisión de venir a México, hay una reflexión muy profunda del Papa Francisco, el busca un sentido trasformador a su propio pontificado, tal como sucedió a sus dos predecesores, sabe que venir a arrodillarse ante la virgen morena, ya es un hecho de establecer un dialogo con María, que quiso hacerse mestiza, para fusionar al indio con el castellano, para crear una realidad simbólica, profundamente novedosa y arraigada en la tradición. El papa Francisco, viene a poner en los pies de la Señora de América, el proyecto de pontificado y a la iglesia misma; los retos que enfrenta y los desafíos en que vive cada momento de su pontificado, requieren del auxilio divino, de la oración de la iglesia y del consuelo de María.
La tensión que hay en la gente empieza a sentirse, no como la expectativa que surgió cuando Juan Pablo II venía a México, tampoco la indiferencia de la venida de Benedicto XVI, con que se vivió en muchos círculos, la venida a la reunión mundial de las familias; el Papa Francisco, desde su elección, se ganó el corazón y la expectativa de todos los habitantes de América hispana, no solo por ser un pontífice nacido en estas tierras, sino también por representar la línea pastoral, que mueve ahora a la iglesia, una línea pastoral, que se interesa más en la persona y su desarrollo tanto material como espiritual; Francisco no es una suave brisa que refresca las salas de los palacios del Vaticano, sino un huracán que vino a destrozar estructuras y a remover seguridades, por ello las expectativas de su pontificado cada día crecen más; lo versátil y poco predecible de su actividad , lo hace ver como un pontífice muy rebelde y muy difícil; por ello también un pontífice que se ha ganado a la juventud al romper todos los moldes y protocolos que le imponen; Francisco, es un Papa que convoca, que llama, que seduce, por ello los líderes de muchas de las iglesias reformadas o históricas, han concurrido a reunirse con él; la seducción de su llamado es la gran apertura y aceptación que da a lo diverso y diferente, cuestión que ha hecho levantar la ceja a no pocos cardenales conservadores, que se han lamentado el signo de su voto por él en el último cónclave.
Para añadir un poco más tensión a la ya que existe por su viaje a México, se puso un elemento esperado por muchos papas en el siglo XX, la aceptación de un encuentro por parte del patriarca de la Iglesia ortodoxa rusa con el Papa, este encuentro que rompe el silencio que las iglesias han tenido, desde casi mil años, se producirá en su viaje de ida de roma a México, incorporando una escala en el aeropuerto José Martí en la Habana, Cuba; unos minutos de conversación, privada e íntima, quizás ayuden a restablecer un dialogo profundo, lleno de perdón y entendimiento, entre las iglesias separadas por los conflictos; Kiril y Francisco, buscan en este encuentro un signo de misericordia y paz para el mundo; signo de esa unión fraternal bajo un mismo techo y en una misma fe, ansiada por el Papa Juan XXIII, articulada e iniciada con los signos y viajes del Papa Paulo VI; promovida por los discursos y acercamientos del Papa Juan Pablo II, continuada por la fuerza y testimonio de un huracán llamado Papa Francisco.
A pocos minutos de esta histórica reunión del Papa latinoamericano con la Virgen de Guadalupe, los Mexicanos estamos ansiosos, llenos de tensión emocional, porque sabemos bien, que cuando un pontífice pisa suelo Mexicano, el mundo se llena de gracia especial y Dios se hace presente en forma particular, para llenarlo de un impulso trasformador; la tensión y esperanzas que surgen por todo el dolor y frustración contenido, tienen en el Papa Francisco un signo de esperanza y de solución.
Bienvenido sea su Santidad Francisco
Ignacio Abarca, Diacono