Pentecostés 3. Pentecostés y la Nueva Evangelización

Vivimos una época que nos confronta en varios sentidos. Por una parte, en la escala horizontal de la relación con los hombres y mujeres de nuestro tiempo que vivimos un creciente escepticismo y desesperanza y sus implicaciones prácticas.

Por otra parte, en nuestras relaciones verticales, es decir entre la humanidad y la divinidad, se dan signos ambiguos. Por una parte la vitalidad de la búsqueda de Dios, a veces a tientas (1 Co 13, 12) y torpemente. Allí se encuadran tanto la renovada y tenaz afirmación en la fe de muchos y muchas cristianos comprometidos radicalmente, como la vitalidad de la religiosidad popular, las sectas y también el new age. Tenemos  por otro lado un ruidoso, aunque pequeño número de «escépticos» y «ateos» que dicen haber probado lo que no se puede probar, enconchados en la pírrica confianza en el hombre carente de Dios, refugiados en la seguridad de lo presente por el miedo a lo eterno e inabarcable.

Es tiempo de una nueva evangelización. Es tiempo de una renovada inculturación. Ese es y será el tema de reflexión del próximo sínodo de los Obispos, del cual extraemos un párrafo para nuestra reflexión de Pentecostés.

«Lineamenta para el Sínodo de los obispos sobre la nueva Evangelización»:

No. 23 (conclusión): «Cronológicamente, la primera evangelización comenzó el día de Pentecostés, cuando los Apóstoles, reunidos todos juntos en el mismo lugar en oración con la Madre de Cristo, recibieron el Espíritu Santo. Aquella, que según las palabras del Arcángel, es la llena de gracia, se encuentra así en la vía de la predicación apostólica, y en todos los caminos en los cuales los sucesores de los Apóstoles se ha movido para anunciar el Evangelio.
Nueva evangelización no significa un nuevo Evangelio, porque «Jesucristo es el mismo, ayer, hoy y por los siglos» (Hb 13, 8). Nueva evangelización quiere decir: una respuesta adecuada a los signos de los tiempos, a las necesidades de los hombres y de los pueblos de hoy, a los nuevos escenarios que diseñan la cultura a través de la cual contamos nuestras identidades y buscamos el sentido de nuestras existencias. Nueva evangelización significa, por lo tanto, promover una cultura más profundamente enraizada en el Evangelio; quiere decir descubrir al hombre nuevo que existe en nosotros gracias al Espíritu que nos ha dado Jesucristo y el Padre. El camino de preparación a la próxima Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos y su celebración serán para la Iglesia como un nuevo Cenáculo, en el cual los sucesores de los Apóstoles, reunidos en oración junto a la Madre de Cristo con Aquella que ha sido invocada como Estrella de la Nueva Evangelización[84] preparan los caminos de la nueva evangelización».

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