«Los hombres y las sociedades necesitan para vivir y subsistir. Sin él, naufragan en el caos. Cada sociedad ha ido generando unas matrices de sentido por las diversas vicisitudes de la vida personal y social son encajadas y llenadas de significado. Las tradiciones vivientes son gran acervo de significados. Se ponen en movimiento continuamente para integrar significativamente las novedades y las experiencias que, saliéndose de lo ordinario amenazan con el sin sentido a la persona y a la sociedad.”
Ahora bien, tal como señala Benjamín Bravo “la heterogeneidad hace urgir la separación” y origina también un enorme desafío para la pastoral urbana, como es llamar la atención sobre las desigualdades y tender puentes de conocimiento y solidaridad entre mundos que, aunque coexisten, resultan invisibles unos para otros. Más adelante, tendremos ocasión de profundizar en ésta ponencia acerca del importante desafío que implica dar éstos y otros pasos en pro del fortalecimiento de la justicia social en la ciudad.
Por ahora basta señalar que en nuestras grandes ciudades latinoamericanas podemos presenciar y experimentar la existencia de distintos sectores humanos, que coexisten en el más profundo desconocimiento e incomunicación recíprocos, que marcan una segregación que divide a las ciudades entre mundos insertos en la modernidad, a veces en la opulencia y con fácil acceso a los artefactos y demás productos culturales, y mundos de pobreza, donde hay carencia de condiciones mínimas para la existencia: “Los pobres urbanos corren la mayor proporción de los riesgos ambientales por la situación en que viven. No disponen de agua, alcantarillado ni recolección de basura; están amenazados por inundaciones o deslizamientos; viven, generalmente, alrededor de enormes instalaciones industriales, contribuyen en alta proporción a las basuras no recolectadas y son afectados fuertemente por la contaminación atmosférica carecen de espacio, de agua y de aire”. Se refuerza así la característica de las grandes ciudades latinoamericanas de ser incapaces para brindar trabajo, vivienda, transporte y otros servicios esenciales a una población creciente, lo que acentúa los problemas sociales de todo orden y el deterioro de la calidad del espacio urbano.